LA TEORIA DE LAS 10000 HORAS
La teoría de las 10.000 horas en los negocios: ¿mito o realidad?
Por: Diego Pasjalidis
¿Es cierto que para dominar cualquier disciplina se requieren 10.000 horas de práctica? ¿Hacer siempre lo mismo nos aseguraría el éxito? ¿Cuánto de esa teoría es aplicable al mundo de los negocios?
20-11-2012 | En su libro “Los fuera de serie” (Outliers), Malcom Gladwell repasa historias de éxito de algunas personas y personajes, entre ellos Bill Gates y los Beatles, hasta incluso identificar los factores que distinguen a los pilotos que estrellan aviones de los que no.
Según el autor, le prestamos demasiada atención al talento de estas personas una vez que alcanzan el éxito, pero muy poco consideramos el lugar de donde vienen, su cultura, familia, generación y las características de su educación.
Uno de los aspectos a los que arriba Gladwell se explicaría con la teoría (o regla) de las 10.000 horas, tiempo en el que cualquier persona puede dominar una disciplina con éxito: si realizamos una actividad como tocar el piano, pintar o pilotear un avión durante 3 horas, al cabo de hacerlo durante 10 años (todos los días) seguramente seremos buenos o exitosos en ello, si es que no nos abandonamos en el proceso. Pero, por otra parte, Albert Einstein decía que “locura es hacer lo mismo una y otra vez, y esperar resultados diferentes”, frase que – a priori – podría ser vista como opuesta al planteo de Gladwell.
Tal vez ambos tenían razón en sus afirmaciones. Probablemente, quienes tienen en claro su misión y rumbo, o a quienes los buenos resultados los han acompañado durante su historia, puedan aseverar que el postulado de Gladwell es adecuado; mientras que aquellos que no pueden mejorar su desempeño pese a haberse especializado en una materia, se alineen mejor con el pensamiento de Einstein.
Especialistas versus generalistas
Una de las frases que más me gusta para exponer esta diferencia es que “un especialista es aquel que tiene todas las respuestas sobre un tema; mientras que un generalista es quien tiene todas las preguntas”. Esta definición parece explicar la aparente diferencia entre los pensamientos de Einstein y Gladwell.
Sin ser uno más importante que el otro, el especialista es un apasionado que está dispuesto a dedicar gran parte de su tiempo en la búsqueda de la “perfección” en una disciplina, con el fin de dominarla con éxito (considerando “éxito” como lo define la Real Academia Española “Resultado feliz de un negocio, actuación, etc. / Buena aceptación que tiene alguien o algo / Fin o terminación de un negocio o asunto”).
Pero, ¿los Beatles han sido exitosos por dedicar “10.000 horas” a perfeccionar su técnica? Si bien la teoría es lógica en concepto, no creo que responda el interrogante anterior, al igual que tampoco deba ser un precepto que deban cumplir los emprendedores o empresarios.
Si bien en las artes o en las ciencias, para considerar un ejemplo, podemos decir que la teoría de las 10.000 horas podría permitirnos dominar la actividad a la “perfección”, en los negocios sobran muestras de grupos musicales o empresas que no necesariamente son “perfectas” en sus técnicas y – sin embargo – han logrado distinguirse y obtener un gran éxito comercial. ¿Cuántos bateristas, bajistas, guitarristas, pianistas y vocalistas mejores que cada uno de los integrantes de los Beatles han existido y, sin embargo, no han logrado trascender como esa mítica banda?
En el mundo actual, y principalmente en el sector emprendedor o del empresariado PyME, la dinámica de las variables de los mercados nos obliga a repensar o reajustar nuestros negocios para subsistir, y la innovación parece ser un atributo elemental para el éxito. Parece ser, si lo anterior es correcto, que los emprendedores deben tener una visión más generalista que especialista para poder adaptarse, manteniendo o construyendo una posición competitiva ventajosa. No olvidemos que el consumidor puede cambiar sus preferencias, que van surgiendo nuevas tecnologías y, con ellas, nuevas necesidades. No omitamos que en cualquier momento, desde donde menos lo esperemos, puede aparecer un competidor que haga lo mismo que nosotros y/o de forma más eficiente (en tiempo o costos).
¿Qué ha sido de oficios como colchoneros, paragüeros o telegrafistas? ¿Acaso no han dedicado sus 10.000 horas a sus actividades durante algunas generaciones?
En la naturaleza, las especies que se especializaron en un entorno terminaron desapareciendo cuando este cambió.
Sin ir más lejos, reflexionemos sobre el rol de la educación universitaria en varios países, en donde cada vez existen menos alumnos interesados en tomar carreras en ciencias, ingenierías, y cada vez el mercado laboral exigen una visión integral en materia de gestión de negocios.
Parecería ser que el entrenamiento de 10.000 horas para el desarrollo del talento sería viable sólo para generar especialistas en una disciplina. Pero, para desarrollar un negocio exitoso, se requiere una visión más generalista, tal vez destinando gran parte de esas 10.000 horas a hacer actividades bien diferentes para desarrollar el pensamiento creativo e innovador.
Según el autor, le prestamos demasiada atención al talento de estas personas una vez que alcanzan el éxito, pero muy poco consideramos el lugar de donde vienen, su cultura, familia, generación y las características de su educación.
Uno de los aspectos a los que arriba Gladwell se explicaría con la teoría (o regla) de las 10.000 horas, tiempo en el que cualquier persona puede dominar una disciplina con éxito: si realizamos una actividad como tocar el piano, pintar o pilotear un avión durante 3 horas, al cabo de hacerlo durante 10 años (todos los días) seguramente seremos buenos o exitosos en ello, si es que no nos abandonamos en el proceso. Pero, por otra parte, Albert Einstein decía que “locura es hacer lo mismo una y otra vez, y esperar resultados diferentes”, frase que – a priori – podría ser vista como opuesta al planteo de Gladwell.
Tal vez ambos tenían razón en sus afirmaciones. Probablemente, quienes tienen en claro su misión y rumbo, o a quienes los buenos resultados los han acompañado durante su historia, puedan aseverar que el postulado de Gladwell es adecuado; mientras que aquellos que no pueden mejorar su desempeño pese a haberse especializado en una materia, se alineen mejor con el pensamiento de Einstein.
Especialistas versus generalistas
Una de las frases que más me gusta para exponer esta diferencia es que “un especialista es aquel que tiene todas las respuestas sobre un tema; mientras que un generalista es quien tiene todas las preguntas”. Esta definición parece explicar la aparente diferencia entre los pensamientos de Einstein y Gladwell.
Sin ser uno más importante que el otro, el especialista es un apasionado que está dispuesto a dedicar gran parte de su tiempo en la búsqueda de la “perfección” en una disciplina, con el fin de dominarla con éxito (considerando “éxito” como lo define la Real Academia Española “Resultado feliz de un negocio, actuación, etc. / Buena aceptación que tiene alguien o algo / Fin o terminación de un negocio o asunto”).
Pero, ¿los Beatles han sido exitosos por dedicar “10.000 horas” a perfeccionar su técnica? Si bien la teoría es lógica en concepto, no creo que responda el interrogante anterior, al igual que tampoco deba ser un precepto que deban cumplir los emprendedores o empresarios.
Si bien en las artes o en las ciencias, para considerar un ejemplo, podemos decir que la teoría de las 10.000 horas podría permitirnos dominar la actividad a la “perfección”, en los negocios sobran muestras de grupos musicales o empresas que no necesariamente son “perfectas” en sus técnicas y – sin embargo – han logrado distinguirse y obtener un gran éxito comercial. ¿Cuántos bateristas, bajistas, guitarristas, pianistas y vocalistas mejores que cada uno de los integrantes de los Beatles han existido y, sin embargo, no han logrado trascender como esa mítica banda?
En el mundo actual, y principalmente en el sector emprendedor o del empresariado PyME, la dinámica de las variables de los mercados nos obliga a repensar o reajustar nuestros negocios para subsistir, y la innovación parece ser un atributo elemental para el éxito. Parece ser, si lo anterior es correcto, que los emprendedores deben tener una visión más generalista que especialista para poder adaptarse, manteniendo o construyendo una posición competitiva ventajosa. No olvidemos que el consumidor puede cambiar sus preferencias, que van surgiendo nuevas tecnologías y, con ellas, nuevas necesidades. No omitamos que en cualquier momento, desde donde menos lo esperemos, puede aparecer un competidor que haga lo mismo que nosotros y/o de forma más eficiente (en tiempo o costos).
¿Qué ha sido de oficios como colchoneros, paragüeros o telegrafistas? ¿Acaso no han dedicado sus 10.000 horas a sus actividades durante algunas generaciones?
En la naturaleza, las especies que se especializaron en un entorno terminaron desapareciendo cuando este cambió.
Sin ir más lejos, reflexionemos sobre el rol de la educación universitaria en varios países, en donde cada vez existen menos alumnos interesados en tomar carreras en ciencias, ingenierías, y cada vez el mercado laboral exigen una visión integral en materia de gestión de negocios.
Parecería ser que el entrenamiento de 10.000 horas para el desarrollo del talento sería viable sólo para generar especialistas en una disciplina. Pero, para desarrollar un negocio exitoso, se requiere una visión más generalista, tal vez destinando gran parte de esas 10.000 horas a hacer actividades bien diferentes para desarrollar el pensamiento creativo e innovador.
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